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martes, 16 de noviembre de 2010

Hallan 12 nuevas esfinges en la avenida que unía los templos de Luxor y Karnak

 
Un equipo de arqueólogos ha descubierto doce nuevas esfinges (estatuas con cuerpo de león y cabeza humana o de carnero) en la antigua avenida que unía los templos faraónicos de Luxor y Karnak, a 600 kilómetros al sur de El Cairo.
Según un comunicado del Consejo Supremo de Antigüedades, estas esculturas datan de la época del último rey de la XXX dinastía faraónica (343-380 a.C.). La avenida, flanqueada por una doble fila de esfinges que representaban al dios Amon-Ra, tiene unos 2.700 metros de largo y 70 de ancho y fue construida por Amenhotep III (1372-1410 a.C.) y restaurada, posteriormente, por Nectanebo I (380-362 a.C.).
Por otra parte, los arqueólogos descubrieron también un nuevo camino que une la avenida donde fueron encontradas las estatuas, con el río Nilo. La nota explica que, hasta el momento, sólo han sido desenterrados veinte metros de los seiscientos que componen el nuevo camino, y que continúan las excavaciones para descubrir el resto de este trayecto, construido con piedra arenisca, una señal de la importancia que cobró en su tiempo, aclara el comunicado.
El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Zahi Hawas, explicó que el camino hallado era el que se utilizaba para trasladar en procesión a la imagen del dios Amon en su viaje anual al templo de Luxor, para encontrarse con la imagen de su mujer Mut. Asimismo, esta vía era utilizada por el rey cuando participaba en ceremonias religiosas, según Hawas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Tutankamón y su extraña familia

Aunque a todos nos gusta pensar que los sucesos más dramáticos de la historia se producen a causa de conspiraciones, cuanto más rocambolescas mejor, o de accidentes muy espectaculares, la verdad es tozuda y se empeña en contradecirnos. Así le acaba de ocurrir a Tutankamón, el joven faraón cuya muerte prematura estaba envuelta en numerosos misterios. Entre esas hipótesis se contaba la del asesinato, pues en la momia se apreciaba una fractura en la nuca, aunque quizá ésta fue producto de las manipulaciones de Howard Carter y sus arqueólogos en 1922, cuando le arrancaron la máscara de oro que estaba pegada al cadáver con cuchillos calientes... o el envenenamiento. Pero también se especulaba con una caída brutal cuando corría en un carro, pues los restos también presentaban una fractura de fémur... Pues bien, ninguna de ellas va a resultar cierta.
El «Journal of the American Medical Association» ha publicado un estudio encargado por Zahi Hawass, director del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, y que a partir de biopsias, análisis radiológicos y de ADN de 10 momias relacionadas con el faraón —que murió siendo un adolescente de 19 años cerca del 1324 a. de C. durante la XVIII Dinastía del Nuevo Reino, tras casi una década de reinado— no sólo han permitido conocer qué pudo haberle causado la muerte, sino además diversas enfermedades que afectaban a su familia, así como también cuál era su filiación, al identificar a su padre y a su madre, entre otros parientes.
Empecemos por señalar qué enfermedades no padecía Tutankamón. En primer lugar, los investigadores descartan que sufriera el Síndrome de Marfan, una patología que se apreciaba en otros miembros de su familia. Este mal afecta al tejido conectivo y se caracteriza por un excesivo crecimiento de los miembros. En segundo lugar, también se ha descartado que sufriera ginecomastia, que es un desarrollo anormal de los pechos en los varones y que puede deberse a una desequilibrio hormonal. Los científicos tampoco han advertido en el joven faraón signos que apunten a ninguna patología que produzca feminización a pesar de que las representaciones artísticas que de él se tienen lo muestren con rasgos andróginos o feminoides. Esto puede deberse a que las figuraciones que se realizaban de los faraones y de los miembros de la familia real no eran reales sino idealizaciones, y éstas, durante ese periodo —el de Amarna— así los mostraban, quizá debido a las reformas religiosas impuestas por Akenatón.
La muerte de Tutankamón más más bien pudo deberse a otras patologías. La principal sería la malaria. Los análisis genéticos han identificado varios genes: Stevor, AMA1 y MSP1, que son específicos del Plasmodium falciparum, parásito que causa la malaria, lo mismo en el faraón que en tres miembros de la familia. La malaria asociada con una necrosis avascular de los huesos (falta de vascularización que provoca la muerte de los osteocitos) sería probablemente lo que finalmente le causó la muerte.
Por último, Tutankamón también padecía la enfermedad de Kohler II, una falta temporal de vascularización que deforma el segundo metatarsiano del pie, provocando su achatamiento y que se da durante la adolescencia. Esta patología, también conocida como enfermedad de Freiburg, luego mejora, aunque puede tener como consecuencia la cojera. Es necesario diferenciarla de la enfermedad de Kohler I, la escafoiditis tarsiana —según explica a ABC el Dr.Mariano de Prado— pues ésta afecta al escafoides, y que según algunas informaciones nunca constrastadas ha padecido el tenista Rafael Nadal.

El gran misterio: era nieto de Tiye e hijo de Akenatón
El gran reto de la arqueología era saber de quién era hijo el faraón más famoso del Antiguo Egipto. Los investigadores realizaron análisis de entre 2 y 4 muestras del ADN de cada una de las diez momias vinculadas a él, así como de otras cinco pertenecientes al Nuevo Reino que se utilizaron como grupo de control. La identidad de tres de ellas ha quedado determinada. La conocida como KV35EL corresponde a Tiye, que era abuela de Tutankamón. La KV55 es con toda probabilidad la de su hijo Akenatón quien, a su vez sería el padre del joven faraón. Además de otras características morfológicas, padre e hijo compartían el mismo grupo sanguíneo. Por último, la momia KV35YL correspondería a su madre, aún sin nombre (¿Kiya, Nefertiti?)

Zahi Hawass: «Voy a buscar el sarcófago de Micerino hundido en Cartagena»

Un jeque le enseñó el arte de narrar y él lo contagia allá por donde va. Anoche, ante un auditorio repleto en el Palacio de Congresos (casi 13 euros la entrada), Zahi Hawass, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades Egipcias y viceministro de Cultura, cautivó con sus hallazgos en el Antiguo Egipto cual Howard Carter el descubridor de la tumba de Tutankamón redivivo.
Temido y admirado en el mundo, nada más pisar suelo español fue recibido por los Reyes, a quienes regaló su monumental libro «Un viaje secreto», con fotografías de Sandro Vannini (700 ejemplares, a 2.900 euros), motivo de una exposición. Hawass no teme a la maldición de las Pirámides «morirá quien ose molestr a la momia del faraón» porque «yo convierto la vida en muerte». La muerte le teme a él: «¡La maldición de Hawass es más poderosa!», dice, y su voz retumba como si del gran Keops se tratara, mientras posa con su sombrero de arqueólogo a lo Indiana Jones.
—Del Valle de los Reyes al Palacio de la Zarzuela. ¿Qué le han comentado Don Juan Carlos y Doña Sofía?
—Ellos han estado muchas veces en Egipto visitando las Pirámides, y la Reina ha ido por su cuenta en un viaje turístico, en un autobús, junto a otras amigas suyas. Durante un día visitaron todas mis excavaciones. Doña Sofía fue en otra ocasión a Sakhara a ver todo mi trabajo. Muy pocas personas visitan los sitios arqueológicos de Sakhara. Hace once años yo pronuncié una conferencia, con la presencia de Doña Sofía, y ayer ella se puso muy contenta cuando le entregué mi gran libro de fotografías.
—¿Buceará en aguas españolas en busca del faraón Micerino?
—Sí. Nos gustaría cooperar con el Ministerio de Cultura español para intentar encontrarlo. Les proveeremos de fondos, si es necesario para ello.
—¿Dónde se hundió el barco que llevaba el sarcófago de Micerino?
—Estoy seguro de que está en aguas de Cartagena. Ahora estamos en conversaciones con National Geographic, que también podría proporcionar fondos para ese proyecto.
—¿Si Nefertiti no fue, sabe ya quién era la madre de Tuntakamón?
—Sí. Hemos descubierto su momia, pero desconocíamos el nombre. Era la hija de Amenhotep III y de la reina Tiye, que tuvieron muchas hijas. Una de ellas se casó con Akenatón: Kiya. Podría ser la madre de Tutankamón.
—Tutankamón tenía malaria, problemas óseos, no caminaba y cayó antes de morir. ¿De qué falleció?
—Debido a un accidente. Padecía de malaria debido al malestar causado porque su padre se había casado con su hermana. Localizaré en el Valle de los Reyes los restos de su esposa.
—¿Y esa tradición faraónica de casarse con sus hermanas podría explicar la cojera de Tutankamón?
—Sí. Exactamente.
—¿Ramsés III fue asesinado?
—En un mes lo sabrá.
—Va a rastrear las tumbas de Cleopatra y Marco Antonio a 15 kilómetros de Alejandría. ¿Las exhumará?
—Alejandro Magno está enterrado en Alejandría. Eso es seguro. Y su tumba será descubierta por casualidad.
—¿Qué secretos cobija Nefertiti, la Mona Lisa de la Antigüedad?
—Esta semana encontramos restos de una hermana de Nefertiti. Seguimos buscando la momia de Nefertiti.
—¿Las momias llegaban a El Cairo como pescado de salazón?
—Fueron llevadas a la orilla del Nilo, a Bulaq, para el despacho de aduanas. Pero el funcionario de aduanas denegó su entrada, lo cual desencadenó una acalorada discusión. El problema se solucionó cuando el funcionario encontró un impuesto para el pescado en salazón y decidió aplicar la misma tasa a las momias. Así fue como cuarenta gobernantes momificados procedentes de tiempos remotos entraron oficialmente en El Cairo como pescado en salazón.
—Aseguran que el busto de Nefertiti salió ilegalmente de Egipto para Alemania. ¿Se lo devolverá Berlín?
—Hemos solicitado esta semana oficialmente que así lo hagan.
—También ha exigido al Museo Británico que autorice el regreso de la piedra Rosetta a su lugar de origen. ¿Cree que le harán caso?
—No sé si tendré éxito o no en este empeño. Por lo menos lo he empezado. Estoy moviendo las aguas. Si no soy la persona que lo logre, espero que en el futuro vengan otros y lo consigan.
—Usted es tan poderoso que ha logrado que su Parlamento apruebe una nueva legislación que castigará con 15 años el tráfico y robo de antigüedades. Pero le parece poca pena.
—Deberían ser 25 años. Mire, robar un monumento es matar un país. Cuando una persona mata a otra le condenan a un cuarto de siglo de prisión. Por lo tanto, robar en un monumento debería tener la misma que asesinar a una persona. Porque se está matando a un país entero.
—¿En qué cantidad cuantificaría el daño causado al Patrimonio egipcio por robos, tráfico de piezas, etc...?
—¡Billions!
—Numerosas expediciones españoles están excavando en el Antiguo Egipto y sacando a relucir tesoros ocultos de su país. ¿Cómo valora el gran esfuerzo de prestigiosos arqueológos como José Manuel Galán, Miriam Seco, Carmen Pérez Die...?
—Me emociona mucho saber que hay tan buenos equipos españoles en expedición por Egipto. Algunas de las piezas que han hallado se van a exhibir en los museos de El Cairo.
—Usted alejó el tránsito de vehículos, caballos y camellos del Valle de los Reyes. ¿Afectará al turismo?
—El único tráfico que se permite es el de vehículos eléctricos. Nada más. Creo que es un cambio positivo porque se van a conservar las tumbas. —¿Qué personaje le gustaría ser?
—¡Jufu! (en antiguo egipcio): Keops.
—¿Cuál es el misterio más importante de la Gran Pirámide de Keops?
—Uno de ellos se encuentra oculto tras una de las puertas de la galería sur. Con ayuda de un robot, diseñado por la Universidad de Leeds, trataremos de llegar a zonas inexploradas, como las cámaras que puedan esconderse tras las puertas segunda y tercera de la galería sur, y en la cara norte. —¿Teme a la «maldición de las Pirámides» por excavar tanto en la vida de ls momias, «faraón Hawass»?
—No.
—¿A qué teme, pues?
—¡La maldición de Hawass es más fuerte que la de los faraones

El Met devolverá a Egipto parte del tesoro funerario de Tutankamón

El Metropolitan Museum of Art de New York ha aceptado devolver a Egipto 19 piezas pequeñas identificadas como procedentes de la tumba del faraón Tutankamón cerca de Luxor, según ha anunciado el Consejo Supremo de Antigüedades (CSA). «Gracias a la generosidad y el sentido ético del Met, estos 19 objetos se unirán a los otros tesoros del joven faraón», ha declarado Zahi Hawass en un comunicado.
EFE
Fotografía de archivo de la máscara del faraón Tutankamón
Los objetos son en su mayoría pequeños fragmentos aunque, según el comunicado, cuatro de ellos son «de gran interés histórico», incluyendo un perro pequeño y una pieza de bronce de un brazalete que representa una esfinge. El conjunto de objetos permanecerá expuesto en el museo estadounidense hasta mediados de 2011, momento en el que serán devueltos a Egipto.
La tumba de Tutankamón, faraón de la dinastía XVIII dado por muerto los 18 después de diez años de reinado, fue descubierto en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter. Es de sobra conocido el intenso esfuerzo que Egipto realiza para recuperar sus innumerables antigüedades dispersas en todo el mundo, con el argumento de que gran parte salió del país ilegalmente.

Egipto Restaura los templos faraónicos de Menfis, su antigua capital

 
Las autoridades egipcias han lanzado un proyecto para restaurar los templos de la zona de Mit Rahina, a 32 kilómetros al sur de El Cairo, que acogió la antigua capital de Egipto, Menfis, en el año 3.100 antes de Cristo.
El proyecto tiene el objetivo de rescatar de las aguas subterráneas los templos situados en este área, informó hoy el Consejo Supremo de Antigüedades en un comunicado.
Con un presupuesto de 41 millones de libras (unos siete millones de dólares o cinco millones de euros), esta iniciativa pretende también edificar muros alrededor de la zona para protegerla.
Las autoridades esperan, asimismo, construir varios bazares y un centro de información para que los turistas conozcan la historia de esta localidad.
La antigua Menfis, cuya área monumental cubre una extensión de siete kilómetros cuadrados, tenía importancia estratégica, histórica y religiosa durante los periodos faraónicos antiguos, y alberga las conocidas pirámides de Guiza y de Saqara.
Los restos arqueológicos de la zona de Mit Rahina incluyen varios templos dedicados a distintos dioses y un museo de Ramsés II (1304-1237 a.C).

El Museo Británico dedica una exposición a los Libros de los Muertos

El Museo Británico dedica su gran exposición de otoño a explorar las creencias de los antiguos egipcios en el más allá a través de su inigualable colección de papiros conocidos como Libros de los Muertos.
Son éstos textos funerarios compuestos por himnos a los dioses y fórmulas mágicas destinadas a ayudar a la persona fallecida a sortear los peligros que la acechan en la otra vida hasta llegar al paraíso, versión idealizada del entorno natural del Nilo.
El Museo Británico cuenta con una de las mayores colecciones del mundo de Libros de los Muertos en papiro, que por su extraordinaria fragilidad no están expuestos al público, por lo que ahora se presenta una excelente ocasión de verlos juntos.
Dividida en varios capítulos, la exposición, que podrá verse del 4 de noviembre al 6 de marzo próximos, es un recorrido didáctico por las distintas etapas que ha de superar el muerto desde su embalsamiento hasta que, ayudado por esas fórmulas mágicas para vencer los obstáculos que se encuentra por el camino, conquista finalmente la vida eterna.
Los antiguos egipcios creían que la persona la constituían aspectos físicos y espirituales que se separaban en el momento del óbito, pero habían de reunirse de nuevo para alcanzar la eternidad.
El cadáver se preservaba mediante la momificación y el espíritu gracias a la magia.
Una vez conquistada la vida eterna, el espíritu del muerto podía libremente viajar por el cielo, acompañando a Ra, el dios del Sol y creador del mundo, por el inframundo o reino de los muertos, gobernado por Osiris, o visitar a voluntad a los vivos.
En el antiguo Egipcio, el cuerpo del noble muerto era momificado primero, para purificarlo de toda corrupción, y setenta días después era llevado en procesión a la tumba, a cuyas puertas un sacerdote procedía a una ceremonia de apertura de la boca con un instrumento cortante, rito utilizado originalmente para ayudar al recién nacido a respirar y alimentarse.
Los parientes visitaban regularmente la tumba para depositar allí alimentos y bebidas y en algunos casos cartas que escribían al muerto solicitando su intercesión ante los dioses.
Los sortilegios de los Libros de los Muertos no se limitan a los manuscritos sino que sus textos se encuentran también, como se documenta en la exposición, en las vendas con las que se envolvían las momias, en los sarcófagos, en las máscaras o en las estatuillas que las acompañaban en la tumba.
El fallecido tenía que poder acceder a esas fórmulas, que constituían una especie de escudo protector, para conjurar peligros y repeler a los enemigos que pudieran aparecer en su recorrido por los montes y cavernas del más allá.
Esos conjuros le daban poderes especiales para ahuyentar a serpientes, cocodrilos y cualquier monstruo a la vez que le permitían adoptar la forma de algún animal ya fuese un reptil o un ave como el halcón.
Al final, en el llamado Día del Juicio, bajo la supervisión de Anubis, el dios con cabeza de chacal considerado protector de los muertos, se pesaba en una balanza el corazón del fallecido para determinar si era digno de la vida eterna.
En un platillo de la balanza se colocaba el corazón y en la otra una imagen de Maat, personificación de la verdad, la justicia y la armonía cósmica, y si aquél pesaba más que ésta, sería devorado por un monstruo con cabeza de cocodrilo y cuerpo de león y de hipopótamo.
En caso contrario, el muerto podía acceder al paraíso, que en la mitología egipcia -probable antecedente de los Campos Elíseos de la griega- era un cañaveral, al que aquél llegaba en el barco de Ra, el dios del Sol.
Los manuscritos, sarcófagos y otros objetos reunidos en la exposición del Museo Británico permiten seguir todo ese proceso a través de jeroglíficos e ilustraciones que muestran los campos y ríos de ese inframundo, los dioses y demonios que se encuentra el muerto y finalmente la ceremonia del pesaje del corazón y la llegada al paraíso.
Entre los papiros, que cubren un período de más de un milenio y medio -entre 1600 antes de Cristo y 100 de nuestra era- hay algunos realmente excepcionales como el de Nesitanebisheru, la hija de un alto sacerdote, en escritura hierática, que mide 37 metros de largo, o el de Hunefer, uno de los más completos que se conservan.

Descubren en Luxor parte de una estatua del faraón Amenhotep III

Arqueólogos egipcios recuperaron en Luxor (sur) parte de una estatua de 3.400 años de edad que representa al faraón Amenhotep III (a Amenofis III) sentado al lado de un dios sol con cabeza de halcón, anunció este jueves el jefe de las Antigüedades Zahi Hawass.

La mitad superior de la estatua de granito rojo fue descubierta en el emplazamiento del templo funerario de Amenhotep III, en Kom Al Hitan, en la parte oeste de Luxor.

La estatua, que representa al potente faraón sentado con el dios sol con cabeza en forma de halcón Ra Harekhti, 'es una de las recuperaciones más hermosas en el recinto funerario', se congratuló Hawass.

Los arqueólogos descubrieron el mes pasado una estatua de hace 3.000 años, también del faraón Amenhotep III, en la misma zona, donde numerosos restos de estatuas de granito rojo fueron encontrados estos últimos años.

Amenhotep III, que reinó en Egipto entre 1390 y 1352 antes de Jesucristo, sería el abuelo de Tutankamón, según análisis de ADN realizados en la momia del joven rey y otras supuestamente de su familia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Arqueólogos descubren estatua del faraón 'Amehotep III'

Se encuentra sentado sobre un trono al lado del dios Amon, la principal divinidad de Tebas

Fue encontrada en la ciudad monumental de Luxor, a unos 600 kilómetros al sur de El Cairo
EL CAIRO, EGIPTO (02/OCT/2010).- Un equipo de arqueólogos egipcios ha descubierto una estatua del faraón Amehotep III (1410-1372 a.C.) en la ciudad monumental de Luxor, a unos 600 kilómetros al sur de El Cairo, informó el Ministro de Cultura egipcio, Faruq Hosni.

En un comunicado difundido por el Consejo Supremo de Antigüedades (CSA), el ministro precisó que la parte posterior de una estatua doble de ese rey, esculpida en granito, fue desenterrada en las proximidades de su templo, en el sector oeste del río Nilo.

La pieza representa a Amenhotep sentado sobre un trono al lado del dios Amon, la principal divinidad de Tebas, la capital de Egipto en el Imperio Medio (1975-1640 a.C.) e Imperio Nuevo (1539-1075 a.C), y que se alzaba en lo que hoy es Luxor.

Asimismo, la estatua, que mide 1.30 metros de altura y 95 centímetros de anchura, lleva en la cabeza la corona doble que representa el norte y el sur de Egipto y una peluca.

Por su parte, el secretario general del CSA, Zahi Hawas, destacó en la nota que la pieza arqueológica "es una de las más maravillosas estatuas de la realeza faraónica halladas últimamente por la precisión que muestra la escultura y los detalles del rostro del Amehotep III".

En ese contexto, Hawas dijo que esa tercera estatua del rey que se descubre en esa área apunta la posibilidad de que existan más estatuas del faraón en la zona.

También, el comunicado adelanta que las excavaciones prosiguen en el lugar para desenterrar los trozos restantes de la estatua, que le darían una altura final calculada en tres metros.

Amenhotep III, que fue uno de los más destacados reyes de la dinastía XVIII, fue padre y abuelo de los faraones Akenatón y Tutankamón, respectivamente.

martes, 2 de noviembre de 2010

Descubrimiento de la Tumba de un Rey Maya en Guatemala

Se ha descubierto en buen estado de conservación la tumba de un antiguo rey maya en Guatemala, por un equipo de arqueólogos dirigido por Stephen Houston, de la Universidad de Brown. La tumba está llena de esculturas, cerámicas, textiles y los huesos de seis niños, que pudieron haber sido sacrificados en el momento de la muerte del rey.

La tumba fue descubierta en mayo, y data de los años -350 a -400, bajo la pirámide de El Diablo en la ciudad de El Zotz. La noticia se hizo pública ayer durante una conferencia de prensa en Ciudad de Guatemala, auspiciado por el Ministerio de Cultura y Deportes, que autorizó la obra.

Antes del descubrimiento, el equipo sopechaba que "algo raro" había en el depósito que estaban cavando. Ellos sabían de la existencia de un pequeño templo construido en frente de una extensa estructura dedicada al dios sol, un emblema de la soberanía maya. "Cuando nos adentramos en el pozo de la pequeña cámara del templo, casi nos golpeamos de inmediato con una serie de cosas, como tazones rojos de sangre humana conteniendo dedos y dientes, todo envuelto en algún tipo de sustancia orgánica, que dejó una impresión en el yeso . A continuación, excavamos a través de capa tras capa de piedras planas, alternando con el barro, lo que probablemente ha mantenido intacta la tumba y herméticamente sellada."

El 29 de mayo de este año, Houston estaba con un trabajador que había llegado a una capa terrosa final. "Le dije de quitarla, y después, la piedra plana. Habíamos estado sondeando las cavidades con una vara. Y, en ese intento, el palo entró, y se adentro cada vez más profundo. Después de ir haciéndonos sitio en la piedra, no vi nada, pero un pequeño agujero nos dirigía a la oscuridad."

Bajaron una bombilla de luz hacia el agujero, y de repente Houston vio "una explosión de color en todas las direcciones, rojos, verdes y amarillos. Era la tumba real, llena de productos orgánicos como nunca había visto antes: pedazos de madera, textiles, delgadas capas de estuco pintado, cuerdas ...”

"Cuando abrieron la tumba, metí la cabeza y, para mi asombro, aún seguía habiendo un olor a putrefacción y un frío que calaba los huesos", relataba Houston. "La cámara había sido tan bien sellada, durante más de 1.600 años, que ni el aire o agua habían entrado."

La tumba tiene aproximadamente 1,8 m. de alto por 3,6 de largo, y 1,2 m. de ancho. "Podría tumbarme cómodamente en ella", comentó Houston, "aunque no me gustaría estar ahí."

Al parecer la tumba albergaba a un hombre adulto, pero el analista de huesos, Andrew Scherer, profesor adjunto de antropología en la Universidad Brown, aún no ha confirmado el hallazgo. Hasta el momento, parece probable que la tumba contenga también a seis niños, algunos de ellos de cuerpo completo y, probablemente, otros dos sólo las calaveras.

Pero, ¿quién fue este hombre? Aunque los resultados son todavía muy recientes, el grupo cree que lo más probable es que fuese un rey, del que sólo conocen a través de otros textos jeroglíficos, una de las especialidades de Houston es la arqueología maya. "Estos cosas son riquezas artísticas, extraordinariamente conservadas, de una época clave en la historia de los mayas", explicó Houston. "Dada la posición de la tumba, el tiempo, la riqueza, y las repetida construcciones sobre la tumba, pensamos que pueda ser el fundador de una dinastía".

La tumba muestra que el gobernante entró en la tumba como en un ritual de danza. Él tiene todos los atributos de esta función, incluyendo muchas pequeñas "cascabeles" de concha con, probablemente, caninos perro como badajos. También existe la posibilidad de que su cuerpo, que descansaba en un féretro levantado se derrumbara en el suelo; tenía un tocado elaborado con pequeños glifos en ellos, y en una de sus manos pudo haber sosteniido una hoja de sacrificio."

El gran experto, Zachary Hruby, sospecha que la hoja se utilizó para cortar y moler los huesos o algún otro material duro. Su superficie parece estar cubierta con residuos orgánicos de color rojo. Aunque la sustancia todavía necesita ser testeada, "no hace falta demasiada imaginación para pensar que se trata de sangre", señaló Houston.

"Todavía tenemos mucho trabajo por hacer", añadió. "Todavía estamos cogiendol aliento después de una excavación tan difícil y técnica. Las tumbas reales son enormemente densas en información y requieren años de estudio para comprenderlas. No hay otros depósitos cercanos."